Prólogo.
Hace algunas semanas publiqué una entrada sobre el cambio de tendencia, sobre la cada vez más evidente implosión de La Narrativa ™ diciendo, además, que estaba escribiendo sobre eventos en curso.
El estallido de violencia entre Israel y Gaza es claramente otro de los ejemplos más exagerados de esta misma tendencia, y la caída de prestigio de los Estados Unidos a nivel internacional es palpable, incluso entre sus súbditos más leales como somos los europeos.
También se está haciendo cada vez más y más evidente la censura, el control de La Narrativa por parte de los gobiernos, la prohibición de manifestaciones pro palestinas en algunos países europeos, etc.
En este tiempo se ha ido haciendo evidente que la situación internacional está deteriorándose por momentos, y que los ánimos de la población no son muy buenos, precisamente.
El análisis de todo esto es complejo, y además muy común por parte de muchos comentaristas de varios ámbitos. Lo cual hace que el meterme en este berenjenal sea en realidad bastante innecesario… a no ser por algo muy relevante al interés de esta bitácora.
Y es que anteriormente en una entrada de una cierta entidad, hablé de planes A, B, y C, y de cómo el plan A se estaba hundiendo a ojos vista. Si, los echos acaecidos desde entonces confirman esta tendencia, y muchos se preguntan cuál es el Plan B.
Sin embargo, para hacer un análisis bien hecho, y dadas las limitaciones del ser unineuronal que esto pica en el teclado de un ordenador, hace falta ir a los elementos más básicos.
Lo siento, soy un ser limitado y no doy para más.
Así que vamos a lo más básico del tema: ¿Qué es un Plan?
Teoría básica.
Un plan es una colección de acciones, ideas, conceptos, alternativas, previsiones y elecciones juntos con la finalidad de conseguir un objetivo.
Un Plan no tiene sentido sin un Objetivo.
Lo primero, por tanto, para trazar cualquier tipo de plan, es fijar un Objetivo… o varios.
Ojo, ese objetivo puede ser explícito o implícito, y puede ser uno o varios, y cada uno de esos objetivos pueden ser su vez explícitos, implícitos, o inevitables.
Así pues… ¿qué tiene que ver el título con todo esto?
Bien, Teología es el “estudio” de los designios divinos, así que algunos pensarán que Teleología es el estudio de los designios de la Tele.
Obviamente, no es eso, aunque justamente para esta situación, bien se podría tomar así.
Dado que todo Plan está trazado con la finalidad de conseguir un objetivo, Teleología es precisamente aquello que tiene que ver con el estudio de dichos objetivos, y por tanto es algo intrínseco a cualquier estudio de planes, a cualquier planificación.
Por tanto, aquí la pregunta más importante de esta entrada, y de hecho, de todo este blog, es ¿cuál es El Objetivo?
¿Cual es el objetivo del Plan A que nos han aplicado hasta ahora?¿Y del Plan B?
¿Y de la Transición Energética?
¿Y de La Lucha Contra el Cambio Climático?
Ya puestos ¿cuál es el objetivo del Reto Demográfico?
¿Y que pasa con el objetivo del Decrecimiento?
Objetivo u objetivos, ojo.
¿Son explícitos o implícitos?
Un primer análisis de toda la temática Transición Energética es que no hay un objetivo totalmente claro de forma explícita, aunque sí muy evidente de forma implícita.
El paso de TODOS los sistemas que utilicen la energía de cualquier tipo, a usar exclusivamente energía eléctrica. La electrificación, supuestamente obtenida mediante energías renovables eléctricas intermitentes y descontroladas, para ser más precisos.
Eso es lo que parece a primera vista.
De hecho, eso es más bien el objetivo “de paso”, ya que el objetivo principal, presuntamente, es la eliminación del uso de todo combustible fósil, específicamente hidrocarburos, ya que no está claro el tema nuclear (que estrictamente no es fósil, aunque sí claramente no renovable).
Este, se supone, es de paso otro objetivo “de paso”, ya que el objetivo principal más explicitado es evitar el Calentamiento Global que se debe a la emisión de gases de efecto invernadero, concretamente, el CO2.
Todos estos objetivos son más o menos implícitos pero evidentes, a veces incluso se hacen explícitos.
Sin embargo, hay muchas maneras de reducir las emisiones de CO2, más gases de efecto invernadero que no dicho CO2, por ejemplo el metano o el vapor de agua, y otros tipos de energías renovables que no son eléctricas, incluyendo el biogás, o el agua caliente sanitaria (ACS) solar, por poner unos ejemplos.
Por tanto, de entre todos los tipos de acciones que pueden realizarse para conseguir algunos de estos objetivos, ¿por qué se decide realizar exactamente las acciones que se nos están imponiendo?
¿Se adecúan estos planes a estos objetivos?
¿Hay acciones que señalen otros objetivos diferentes que se haya metido en estos planes?¿Hay acciones interesantes que se deberían o podrían haber añadido que serían útiles para conseguir estos fines pero que se han obviado, olvidado, desaparecido?
Sin embargo, lo más importante de todo, ¿el resultado deseado es sostenible, factible?¿Qué costo tiene?¿Qué efectos secundarios puede tener?
Porque el fijarse un objetivo y trazar un plan para conseguirlo puede resultar en un fracaso, a veces evidente desde antes de empezar, debido a que el objetivo es inalcanzable, o que las acciones necesarias no se puedan llevar a cabo por razones no muy evidentes… o muy evidentes…
Por muy fuerte que deseemos una cosa, no tiene por qué conseguirse.
Probad a desear levitar, a ver si conseguís eliminar la ley de la gravedad.
Efectos secundarios u Objetivos secundarios.
Siguiendo el Segundo Principio de Newton, toda acción (de un plan) genera una reacción.
Es decir, un plan puede, suele tener efectos secundarios.
Por tanto, a la hora de trazar un plan para conseguir un objetivo, es inasumible el no tener en cuenta esos efectos secundarios, así como los posibles elementos contraproducentes.
En la industria hay toda una sistemática para reducir este tipo de problemática, conocido como el Análisis Modal de Fallos y Errores (AMFE), y eso es sólo uno de los sistemas pensados precisamente para reducir los efectos secundarios.
Es llamativo por ejemplo el cómo sistemas de captación de flujo de energía renovables intermitentes y descontrolados para producir electricidad, que precisamente necesita ser controlada y continua forma parte de estos planes, sin haber planes de contingencia ante la evidente falta de adaptación de este tipo de energía a nuestras necesidades.
Es más, cualquiera que argumenta en contra de esta acción aduciendo que no es lo que nos dicen que es ya que genera problemas en lugar de dar soluciones, somos apartados de la discusión, ninguneados, tachados de negacionistas.
Lo que da pie a preguntarse uno si esos efectos secundarios son simplemente ignorados, o si son precisamente objetivos secundarios. ¿Es un bug o es una feature?
De la misma forma, eliminar olivos centenarios y algarrobos (ambos elementos naturales que eliminan CO2 de la atmósfera) para en su lugar sembrar monocultivos artificiales de fotovoltaica también se ve como una ayuda a la naturaleza.
La verdad, es que la “consistencia” entre algunos de los objetivos semideclarados contrasta con los resultados de las acciones tomadas para conseguirlos.
Esa es una de las razones por las que está empezando a fallar La Narrativa: las inconsistencias internas hacen preguntarse si en realidad los objetivos “explícitos” (de hecho, más bien “insinuados”) son reales, son mentiras directas, o brindis al Sol.
Personalmente, sospecho que en una gran parte de casos, lo que estamos viendo es simple estupidez mezclada con mucha ignorancia e intereses. Concretamente el caso de la gestión de la intermitencia de las REID parece ser un buen ejemplo: cuando los del IPCC pusieron sobre aviso que los estudios de Jacobson y Delucci estaban mal, y que además éstos tienen un conflicto de intereses al financiar su departamento universitario con cuantiosos fondos de empresas de fotovoltaica, la respuesta de los susodichos fue una querella por difamación… algo muy científico.
Este feo asunto encima se resolvió de forma un tanto curiosa: pocas semanas antes del juicio, Jacobson presentaba otro estudio dónde básicamente daba unos resultados mucho más parecidos a los del IPCC, aunque sobre otro ámbito geográfico.
Ese estudio, que estimaba unas necesidades de almacenamiento del orden de 400 veces las que habían publicado antes, recurría al manido “algo inventarán” para decir que no había problema. Aún así, dicho artículo pasó muy desapercibido y nadie se hizo eco del mismo (obvio: era muy negativo).
Días después, retiraron la querella justo antes de que se hiciese el juicio, de tal forma que simplemente, el asunto se desvaneció cual Rosario de la Aurora.
Sin embargo, el estudio que el IPCC demostró ser incorrecto sigue siendo ampliamente citado y esgrimido como “prueba irrefutable”.
Ciertamente es una prueba irrefutable… de desinformación.
De todas formas, aquí lo importante, no es que sea falso, es la forma en que se ha tratado todo este asunto, y cómo la percepción del tema por parte de la población es manejado.
Por tanto, y dado que en realidad no tenemos objetivos claros ni definidos, ni idea de los “efectos secundarios” que cuando uno los menciona (como por ejemplo en la serie La Lavadora de Medianoche) obtiene ataques ad hominem y otro tipo de respuestas emocionales, me temo que voy a tener que hacer un “ejercicio de inducción”.
Objetivos del Plan A.
Si, mera especulación, aunque debo decir que en este caso me apoyo en dos bases: primero, el Plan A de Continental, y segundo, mis opiniones subjetivas basadas en mi experiencia personal y en mis escasos conocimientos de psicología.
Ese plan que se está viniendo abajo, y que muchos de los que lo atacan todavía no se dan cuenta ni que implica ni por dónde van los tiros, lo resumo de la siguiente manera:
“El objetivo es seguir creciendo como ahora, con el mínimo de ajustes necesarios para que el crecimiento se base en otra matriz energética y, de paso, sea todo más sostenible”.
El asunto de la matriz energética tiene todo que ver con el Peak Oil, pero poco con nuestro impacto total sobre el planeta. Por ejemplo, nadie habla de cómo estamos esquilmando los océanos, los caladeros y el ecosistema marino.
Todo se centra en eliminar el uso de combustibles fósiles (con la discusión de la nuclear sí o no), que, justamente, es el problema a solucionar del Peak Oil.
Lo de hacerlo todo más sostenible, como por ejemplo la insistencia en los plásticos, es más de lo mismo: casi todo el tema plásticos viene del petróleo.
Y los nitratos, del Gas Natural. De ahí una parte del interés del Hidrógeno “verde”.
Sin embargo, se sigue apostando por el crecimiento.
Crecimiento infinito.
En un planeta finito.
Ergo, la teleología del Plan A que se nos ha impuesto, en realidad nunca ha ido de “salvar el planeta”, de lo contrario lo primero hubiese sido eso de frenar el crecimiento.
Y es que a la primera que mencionas el decrecimiento como alternativa (de hecho, la única alternativa posible), empieza a haber mucha gente que se pone en contra, se lo toma mal.
Si, nadie quiere decrecer, empezando por el que esto escribe.
Pero en realidad, no queda otra alternativa.
De ahí una cierta necesidad de Planes Alternativos.
El Plan B de Continental era obvio: centrarse en fabricar neumáticos y en mantener una infraestructura de servicios de transporte en la que cobrar por km recorrido.
Y justo eso es hacia adónde se está dirigiendo la nueva organización de Continental, todo el entramado de vehículo totalmente autónomo, que vendrá a recogerte según la App en el móvil, y que te cobrará X euros por el viaje, de los cuales una parte irá a parar a su bolsillo.
La documentación interna contemplaba tres escenarios, siendo el primero el deseable (crecimiento infinito), el segundo, una opción plausible para mantenerse en la cima empresarial y con algo de negocio, pero claramente desagradable para la población (y mencionaban precisamente el trabajo necesario de “educar a la población en estos temas”), y el tercero, el Oil Crash, el decrecimiento, la Gran Contracción, a evitar a toda costa ya que no había negocio de ningún tipo que aguantase eso.
Ni negocio ni civilización: por definición es el fin de la Civilización del Petróleo.
Alguien me hizo la reflexión más interesante: en realidad no son tres planes mutuamente excluyentes, sino tres etapas diferentes del proceso que tenemos por delante.
La Gran Pregunta.
Ahora bien, antes de seguir analizando nada, mucho menos hipotéticos Planes B, es totalmente pertinente hacerse La Gran Pregunta.
Es decir, definir El Objetivo del Plan que queremos trazar.
No se puede hablar del cambio de paradigma que tenemos que hacer sin antes tener una idea aproximada de a dónde podemos ir.
Adónde PODEMOS ir. No adónde queremos ir.
Y aquí chocamos con el primer escollo del problema.
La palabra Podemos, en este contexto, implica limitaciones, incapacidad de hacer aquello que nos gustaría.
Y eso es algo que especialmente nuestra sociedad lleva mal, muy muy mal… que es de lo que hablaré otro día, lejano aún.
O sea, que es imposible el ponerse de acuerdo en ningún plan, ya que los objetivos que podemos alcanzar no son aceptados por una gran parte de la población (especialmente, por aquellos que están arriba!).
Dado que La Narrativa está fallando por todas partes, y en casi cualquier foro de discusión sobre renovables, transición energética, ecología, cambio climático, etc, aparecen esas dudas, también aparecen opiniones de hacia adónde debemos o podemos (sí, hay bastante gente que está bastante concienciada que tenemos límites entre estos grupos) ir.
Así que antes de hablar de nada, debemos presentar nuestros respetos a la Teleología y hacer esta pregunta:
¿A dónde podemos ir?¿Y de entre estas posibilidades, cuales preferimos?
A partir de aquí, ya se pueden empezar a elaborar planes, siendo especialmente relevantes los efectos secundarios de las acciones, ya que la gran mayoría demostrarán que tenemos mucho menos margen de maniobra de lo previsto.
Con esto en mente, ya podemos empezar a hacer alguna cosa.
Beamspot.
Turiel en Cope Mallorca
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Turiel WEO 23
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