Prólogo.
Así como acostumbro a explicarme sobre un tema en muchas entradas, en esta entrada me centraré en un concepto que abarca muchos temas, justo del revés.
Si, lo enmarco en el grupo de Una Serie de Catastróficas Desidias, porque básicamente explico una de las mayores desidias que hay detrás de la política actual (y de paso, justifico el título de la serie).
Así que esta entrada es más sobre un concepto importante per se, que sobre el efecto de este concepto como uno de los motivos profundos por los que tuvimos el apagón del 28 de Abril.
Y es que los incendios de este 2025 son otra faceta, otra más, de las muchas, de este mismo concepto de Desidia.
Así que voy a intentar explicar ambos efectos, algunas problemáticas colaterales, y algunos asuntos que abundan en el panorama político general de todo occidente, y que son una de las mayores causas de que el problema sea irresoluble.
Definición.
Según el Diccionario de la RAE (de ahí saco el recorte, de su web), desidia es negligencia. Recordemos que hay delitos de “homicidio por negligencia”… y que debería aplicar en el caso de las muertes de electrodependientes cuando el apagón.
Pero la desidia no es sólo una palabra.
La Desidia es un “estado mental”, de dejadez, de pocas ganas de hacer nada, de ignorar cosas urgentes. De pereza. De falta de interés.
Un “estado mental”, y “el estado actual de la política”.
Eso es lo que ha hecho que tengamos tantos problemas (junto a Shirky, no lo olvidemos) en tantos frentes: la dejadez de funciones de nuestros Líderes Supremos, que no están por la labor de hacer su trabajo (ni en posesión de capacidad alguna para hacer algo más que broncas, todo sea dicho), y por Lideres Supremos no me refiero en exclusiva a los políticos, que obviamente son las caras más visibles. También incluyo los líderes en muchos otros temas, en especial de la fotovoltaica.
Sin embargo, hay varias razones que llevan a la Desidia en los términos directivos que tenemos ahora, no es algo perpetuo, es sólo algo típico y característico de la fase del ciclo político, civilizacional en el que estamos ahora.
Y en la democracia, hay varias razones que llevan a este estado. Aunque de forma abstracta, lo que voy a explicar ahora es una instancia, un caso particular de las razones por las que hemos llegado aquí.
De forma genérica, la desidia llega cuando los incentivos hacia algo desaparecen de la vista.
En el caso de la política, es todavía más fácil el ver por dónde van los tiros.
Todo por un puñado de votos.
Si, eso es lo que todos sabemos que cuenta como elemento principal en todos los comunicados políticos.
En realidad, la política se basa en tres premisas.
La primera: obtener poder por los medios que sea.
La segunda: el poder nunca debe disminuir.
La tercera: cualquier otra cosa se supedita a las dos causas anteriores.
Y en democracia, las dos primeras se convierten en la guerra por los votos que sirve de enunciado de este apartado.
No es un tema baladí. Por supuesto.
Es la base que mueve todos los presupuestos políticos habidos y por haber durante la democracia.
Básicamente, se puede traducir en lo siguiente: no se gasta un duro en nada que no pueda dar votos.
Esto tiene dos resultados inmediatos. El primero, es el postureo, la imagen, la historia, la narrativa, la foto, la portada. Lo que cuenta es inaugurar una nueva autopista, (un nuevo pantano no, que eso es lo que hacía Paquito el Dictadorzuelo, además es negacionista climático y tal), un nuevo hospital, una nueva escuela, una nueva estación de Ave, un nuevo Aeropuerto.
El segundo resultado, es que una vez hecha la foto y conseguido el objetivo publicitario, cualquier otro gasto pasa a ser superfluo: sin aviones, sin trenes, sin alumnos, sin camas, sin médicos.
Prometer y prometer para vender, y una vez vendido, nada de lo prometido.
Sin aviones contraincendios porque son de un proveedor “infrahumano” (rusos). Sin previsión de sistemas de almacenamiento eléctrico.
No se trata, pero, sólo de aeropuertos sin aviones ni de estaciones sin tren. El tema más preocupante es otro: el mantenimiento.
Ya lo he comentado más de una vez: el mantenimiento de lo que hay no da votos. Da más votos el inaugurar un nuevo hospital que el gastarse ese dinero en mantener el que hay, que a buen seguro saldría mucho más barato y efectivo.
Consecuencias directas.
Así que aquí se dan la mano dos incentivos para que las cosas vayan de mal en peor: por un lado, las instituciones que sirven para solucionar un problema dependen de que ese problema no se solucione para seguir operando (ese es el principio de Shirky), y, por otro lado, gastar dinero en mantener un hospital o un servicio no da votos, y dejar que se pudra y vaya de mal en peor es una buena manera de justificar el gasto en un hospital o servicio o institución (con sus enchufados) nuevo.
Estas dos motivaciones son los mayores causantes de la desidia en la que estamos, así como de la superficialidad de los políticos: el trabajo en el mantenimiento o en hacer que las cosas funcionen tampoco da votos.
Dado que no hay ningún interés en solucionar ningún problema, entonces tampoco hace falta que sepan hacer nada de nada.
Sumémoslo todo, y queda evidente que hoy por hoy, en la política occidental, y en el caso de Europa nos llevamos la palma, no hay nadie que sepa hacer la O con un canuto, son todos una banda de incompetentes en cuanto a solucionar problemas, y lo único en lo que son relativamente buenos, es en salir en la foto, en el postureo.
Y digo relativamente porque con la de gente a sueldo para que les manejen la imagen y la percepción, la de medios comprados que tienen (todos quebrados, mantenidos por subvenciones que no son más que una compra, un soborno), y la de personas conocedoras de cómo manejar las precepciones, community managers, especialistas en programación neurolingüística (o sea, manipulación) y PsyOps como ponen algunos, pues tampoco hace falta que sean buenos.
Simplemente, tienen el altavoz mas potente, y para de contar.
Claro que los cuchicheos fuera de la plaza, o sea, el boca a boca, internet, medios alternativos no domesticados ni comprados, y con algo más de competencia (que no hace falta mucha que digamos) están haciendo la puñeta, así que ya sabemos cómo están montando de nuevo una ampliación de la ley mordaza, empeorando la censura, metiendo policía del pensamiento y demás.
Pero eso es sólo una parte.
Porque hay todavía más consecuencias. Indirectas, en este caso, o de segundo orden, para ser más preciso.
No desaproveches una buena crisis.
Ya hemos dicho que sólo aquello que da votos recibe atención. De ahí que el incendio de la Mezquita de Córdoba haya pasado con sordina.
No, para ganar votos, hace falta llamar la atención del público, de los votantes. Mantener un hospital funcionando no llama la atención de nadie. A lo sumo, los usuarios se dan cuenta de la dejadez, y los trabajadores, médicos, enfermeras y demás empleados se dan cuenta que el funcionamiento va de mal en peor en cuanto al mantenimiento, a máquinas paradas, a falta de recursos.
Pero inaugurar un nuevo hospital, además del 3% y algunos votos, no es lo único que consigue llamar la atención de los votantes. Y últimamente, muchos votantes ya han aprendido que, en realidad, no necesitan ese nuevo hospital.
No, hay otras maneras de conseguir votos. Y encima, están alineados con los intereses de los que mandan. Hay maneras de no sólo conseguir votos y likes y comentarios positivos, y repercusión mediática que den poder a los políticos.
Me refiero a que hay otras cosas más convincentes: escándalos, radicalización política (generalmente en base a un trato mainqueo de bueno/malo y manipulación de lo más burda), pero, sobre todo, lo que más poder da, son las crisis.
Si, unos buenos incendios, un apagón generalizado, una oleada de personas muertas en algún lugar por algún problema vario (pateras que se hunden, masacres armadas, atentados, guerras), pandemias… todo son buenas excusas para conseguir votos.
De hecho, es la única forma. Ya he dicho que hay que ver un hospital supersaturado para justificar el inaugurar otro, porque, de lo contrario, no se llama la atención.
Así pues, las crisis han pasado de ser una simple “inconveniencia” de mayor o menor calibre, a ser hasta “de interés nacional” precisamente por eso.
Una buena razón para montar otra institución shirkiana, aumentar la cantidad de burócratas y altos cargos políticos, el 3%, mandatarios y dignatarios, más enchufados, etc.
Y otra mordida a los presupuestos generales del Estado/Autonomía/Diputación/HayUntamiento/Institución.
Pongamos el ejemplo más manido que tenemos. Si, de nuevo voy a hablar del Covid.
Un ejemplo claro.
En Enero de 2020 se empezó a hablar de una pandemia vírica que llevaba unas semanas presente en algunas noticias en algunos rincones de internet. El runrún fue haciéndose cada vez más fuerte.
Y en Enero se empezó a hablar de confinamientos en algunas partes del mundo, si bien no se hablaba apenas del % de muertes por la desconocida enfermedad sin nombre.
En Febrero, al menos al principio, mucha gente en Europa se mofaba de las medidas radicales que se estaban tomando de confinamientos y de cierre de rutas aéreas. Mientras, en algunos lugares oscuros, algunos economistas alertaban ya (desde Diciembre) de inusuales movimientos de capital.
Pero la población europea incluso hacía memes y se reía de lo exagerado que era la respuesta ante una “gripe” (en 2025 el Covid se considera uno de los virus de la gripe, o sea que no iba tan desencaminado).
Pero algunos políticos vieron la extraordinaria y poderosa oportunidad que ofrecía esa crisis.
Así que los Medios de Manipulación de Masas de toda la UE, a sueldo y no tan a sueldo, tardaron poco en sumarse a la campaña de miedo, pánico, terror, desesperación. Es algo que vende, no hace falta que le paguen a un medio de comunicación, es carnaza, atención, público, audiencia. Este tipo de cosas disparan las audiencias, que son a los medios de intoxicación mental lo que los votos a los políticos.
Gracias a esa campaña de generación de miedo y pánico, los políticos tuvieron el extraordinario poder de pasarse por el forro la constitución, las libertades, las leyes, lo que hiciese falta.
La reacción política fue “pedida” por un pueblo “asustado” y “en pánico”.
Y ahí es donde quería llegar.
Los políticos nunca hacen nada para evitar problemas. Necesitan que aparezcan estos problemas para “cumplir la voluntad del pueblo” y aportar El Negocio ™ “la solución”.
Por eso, SIEMPRE, la POLITICA ES REACTIVA, nunca, repito, nunca es preventiva.
De ahí el famoso dicho que da título a la sección.
Y al artículo.
Malos incentivos.
Una vez entendemos que no hay ningún incentivo político en mantener nada, y en cambio hay mucho interés en que las cosas decaigan para así justificar más gastos y “demostrar más resolución a la hora a abordar los problemas”, queda claro que eso genera muchos incentivos para “evitar atajar posibles crisis”, es decir, para evitar el mantenimiento, la prevención, y cualquier tipo de planificación para evitar que “ocurran cosas”.
Dado que el Cambio Climático vende votos, no hay ningún interés en evitar catástrofes que se puedan cargar a los problemas medioambientales. Todo lo contrario, interesa maximizar la alarma y darle bombo y platillo. Pongamos, por ejemplo, a la prevención de incendios.
Todo esto conduce a que la política tiene muchos incentivos perversos que nos llevan, tarde o temprano, hasta un callejón sin salida en el cual no hay interés real en aportar soluciones, o al menos, a evitar que “pasen cosas”.
Pero, aunque este tipo de incentivos es evidente en algunos casos, no es tan evidente en cómo ha llegado a afectarlo todo. Y voy más allá de la política en un caso concreto.
Podemos citar varios ejemplos actuales, como que la DGT ha dejado en tierra 9 helicópteros, así como la compra de varios drones para vigilar el tráfico, porque no hay presupuesto para el mantenimiento (caro) de toda la flota.
El asunto de varios helicópteros y aviones de extinción de incendios de origen ruso que no se pueden usar, con la excusa de las sanciones, también es una manera de reducir gastos, esta vez, con una excusa muy penosa.
Recordemos que ha habido varios bomberos muertos por falta de medios.
También podría hablar de esa tecnología española de drones capaces de descargar tonelada y media de agua encima de incendios de día y de noche, a diferencia del resto de medios aéreos, y cómo el Estado y las Autonomías tampoco muestran un gran interés en promocionar.
Todo el problema de la vivienda es otro ejemplo de desidia estupendo para no gastar un duro en obras, mientras dejan que un problema crezca y sacar tajada electoral a costa de endurecer las condiciones de vida de la población, que paga para que exista una solución que no se aborda.
En la lista podríamos añadir el caso criminal en el que murieron dos guardias civiles en el cumplimiento de su deber, al mandarlos con una pequeña zodiac a parar una planeadora de gran potencia cargada de droga. Y aún podían dar gracias que llevaban motor y no los mandaban a remo.
El caso del apagón es otro de estos ejemplos de desidia criminal que causa muertos. Y el gobierno es el responsable civil subsidiario de todo esto, pero son especialistas en evadir sus responsabilidades, en general.
De hecho, redactan la ley para escaquearse de toda responsabilidad y encasquetársela al más débil.
Y aquí podría hablar de la DANA de Paiporta y demás localidades afectadas. La ley descarga, evitar la carga de responsabilidad civil a cualquier gobernante (otra cosa es la responsabilidad política que en este caso le cayó encima a Mazón, que tiene la caradura de seguir en el cargo, cosa que encima le va bien al PP$O€, al completo) del nada ingenuo ni tonto hecho de haber permitido el edificar (hasta escuelas, como es el caso en la localidad en que vivo) en zonas inundables.
También se ha hablado de infraestructuras y presas que no se hicieron por presiones territoriales (muchas veces cediendo por votos y apoyo parlamentarios).
La ley básicamente permite que cualquier partido acepte y de licencias de obras, incluso públicas (como centros comerciales, o escuelas, o parques de bomberos) en zonas inundables y claramente peligrosas, simplemente declarando en letra pequeña en algún lugar oscuro, que es zona inundable y que quien construya, viva, pase por, aparque, se desplace, casualmente pase por ahí pasa a ser responsable de lo que le suceda, no los políticos que lo permiten.
Curioso contraste con la habilidad y rapidez con que esos mismos gobiernos se pusieron en plan dictadores a prohibir anticonstitucionalmente que la gente se reuniese por el Covid.
Y la de Covifascistas que se sumaron al carro, que esa es probablemente la reacción que más miedo me da.
Claro que lo último es una “emergencia”, una crisis muy oportuna para excederse en sus poderes, mientras que el caso de prohibir construir en zonas inundables quita votos e ingresos vía IBI, permisos de obras, etc.
De ahí que partidos de todos los colores siempre dejen construir dónde no les convendría. Pero esos alcaldes y concejales que permiten semejante atentado contra la lógica y la seguridad no van a sufrir nada por su decisión: todo el peso político, que no penal, le va a caer al que esté al mando en el momento del desastre.
Así, evitando las consecuencias de los actos y decisiones de gobierno, pues pueden permitirse hacer cualquier cosa, que, a ellos, plin.
Por cierto, el último caso de “emergencia” que promete convertirse en “ocasión” para empujar ciertos intereses, puede ser el caso del pobre y traqueteado Falcon, que se ha roto por tanto viaje con sobrecarga, justificando así la compra del único avión que queda en el que cabe el ego de Nuestro Amado Líder Supremo, el Airbus A380. El otro candidato, el Antonov AN-225 en el que cabe tanto sobrepeso y sobredimensionamiento del miembro (del gobierno, no nos mal pensemos, que era el suegro el que llevaba esos centros de trabajo), fue destruido por el Malvado Diablo Con Cuernos, el Ser Diabólico Supremo (número Dos), El ZarPutín de Todos los Infiernos (el número Uno, por supuesto, el Rey en Naranja).
Así es cómo funciona la mentalidad de nuestros inteligentísimos próceres y sus lacayos consejeros.
Ese es el trasfondo en el que hay que ver todo el asunto del Zero que hemos sufrido, trasfondo y concepto mental que debe ser ampliado a todo aquello que huela a liderazgo de cualquier tipo, no sólo (pero claramente muy hipetrofiado) gubernamental.
Es algo intrínseco actualmente de toda la Casta Directiva y Política (la PMC en inglés).
Conclusión.
La política (española y europea) ha llegado a un punto muerto. Un punto en el que suelen terminar siempre todas las democracias de una u otra forma, y que suele marcar el paso a la siguiente fase de la anaciclosis polibiana.
Este punto muerto, la parálisis en todos los sentidos en dónde lo único que saben hacer nuestros ejemplos de liderazgo es tirarse los trastos a la cabeza, discutir, echarse las culpas y dar un espectáculo digno de un patio de colegio de niños de primaria sin supervisión.
El camino hasta aquí, al menos en sus últimas fases, está descrito por los incentivos que se explican en este artículo, centrado sólo en esta parte del ciclo, pero que explica muy bien el por qué estamos cómo estamos, el por qué no se hacen más leyes que las que tienen resonancia mediática, el por qué no se solucionan los problemas, y, en su lugar, se crean problemas nuevos, etc.
La Desidia es el punto al que se llega debido a las fuerzas aquí explicadas (hay más, pero estas son las visibles y las directas, el resto son indirectas y más difíciles de explicar).
La Desidia, la Dejadez, la Apatía, la Negligencia son los aspectos más importantes de este punto y de la razón principal pero no única por la que tuvimos el apagón.
Aunque la realidad es mucho más compleja, de cara al apagón y a entender los problemas actuales con los incendios, los helicópteros parados, los satélites decomisionados, el apagón, la parálisis administrativa en muchos frentes, y de fondo, la crispación, la polarización, la desafección política, y hasta la canción del verano, tienen mucho que ver con este punto, este nudo gordiano que tarde o temprano va a terminar estallando (y de mala manera como llevo avisando).
De todo el artículo, hay dos ideas que son primordiales:
· La política siempre actúa de forma reactiva, nunca esperéis que los políticos (al menos los democráticos) eviten nada de nada ni hagan política preventiva.
· En muchas ocasiones, los propios políticos montan “crisis” para así empujar la solución deseada hacia objetivos afines, con fines bien económicos, bien políticos.
Esto último, por cierto, viene muy al caso del tema “Cambio Climático”. Pero para entender el Pacto Faustiano que esconde, hay que desviarse del tema apagón.
Otro día.
Beamspot.