Prólogo.
En estas fechas de ajetreo, tras más de década y media acostumbrado a tener “vacaciones infantiles” (más de dos semanas del tirón), este año me ha tocado trabajar todos los días laborales que hay por Navidad. Es lo malo de cambiar de trabajo, que uno “pierde” vacaciones (en realidad, las cobra, aunque yo preferiría hacerlas).
Eso, unido a la falta de oportunidad de poner mis sucias manos encima de un teclado de ordenador, me dificulta la tarea de escribir, desviando mi atención en buscar los métodos y momentos más que el contenido.
Sin embargo, una entrada de hace algunos días en La Mirada del Mendigo, a la que contesté poniendo una lista de los artículos publicados de La Lavadora, ha sido el punto de partida del artículo de hoy, la inspiración de la estructura y la forma para enlazar unos contenidos que figuran en la lista de temas a tocar en este blog. Y sí, está relacionado también con ese clásico de Beamspot que es La Lavdora.
En el fondo de todo esto, se halla un tema que ha surgido paralelamente en otros lares, aunque tangencialmente también lo toca el Mendigo. Me refiero a la
Planificación…
El tema este de la planificación está muy metido en muchas partes, generalmente de solapado, o como elemento auxiliar, raramente central. Se trata de un tema importante, del cual ya hemos visto algunas pinceladas por aquí, y que tiene mucha más prehistoria incluso que historia.
Si, prehistoria porque precisamente es la raíz de la agricultura, la historia, la civilización, la cultura y de la religión.
Planificación es algo tan viejo que tiene otro nombre ahí dónde nadie lo piensa: calendario.
EL surgimiento de los calendarios, que se utilizan para sincronizar los ritmos de nuestra vida a los ciclos anuales de siembra y cosecha es anterior al asentamiento humano, es decir, es de los principios de cazadores recolectores.
Los primitivos humanos ya tenían en cuenta las estaciones para sus desplazamientos según lo que se podía encontrar de comida en la temporada y el lugar. Hasta las aves tienen calendarios migratorios según las estaciones.
Eso es una forma primitiva de planificación, que se puede decir que va incluso en los genes: las hojas caducas de los árboles en otoño son un ejemplo.
Es precisamente el nacimiento del calendario y el conocimiento de los ciclos (planificaciones) de las plantas y árboles lo que dio pie a la agricultura. Mantener el calendario en sincronía con las estaciones es lo que llevó a los sacerdotes y la astrología (y esta, a la astronomía).
Eso a su vez, llevó a refinar el plan anual de cosechas hasta puntos muy complejos y tan integrados que mayormente eran indiscernibles para la gran mayoría de la gente, así que se incrustaron en la cultura popular, y se recalcaron con las divinidades.
Esa planificación, así como el comportamiento adecuado según las religiones, eran una forma de planificar el tema alimentario para que la cosecha durase todo el año y maximizase las posibilidades de supervivencia de la población, incluso para aquellos incapaces de planificar.
Planificación escondida en una tradición que se está perdiendo y de la que muchos reniegan, que, sin embargo, está empezando a resurgir en ciertos lugares por razones que necesitan de su propia explicación.
Todo este rollo como introducción a otra entrada de otro día, sin embargo, sirve para recalcar que la planificación es necesaria, consustancial con la especie humana, y con la naturaleza.
Planificar es importante. De eso no hay duda.
Sin embargo, hay mucha discusión sobre el tema planificación. En parte, porque muchos quieren rehuir los resultados, o simplemente porque no les gusta la planificación existente. En muchas ocasiones, porque la planificación existente en la cultura va en contra de sus ideales. También porque la planificación muchas veces se hace de acuerdo con la Madre Naturaleza, que como todos sabemos, es malvada, y por tanto, hay que romper con ella: impone límites a un Dios Hombre todopoderoso.
Pero, generalmente, la discusión suele venir sobre quién debe planificar, si el (sacrosanto para algunos) Estado, a nivel personal, a nivel Empresarial, etc.
Ahí viene encima uno de los puntos a destacar de otro de los ingredientes que me han llevado hasta aquí.
… no es lo mismo que Panificación.
Hay una entrevista que está circulando por muchos lares últimamente en que Lorenzo Milà habla con el Dr. Turiel y Fernando Valladares. Se trata de un video de menos de una hora que me vi entero no para saber lo que decía AMT (discurso que conozco y comparto) sino para ver otras cosas, particularmente Fernando Valladares, de quién he oído hablar mucho, pero del que no sabía apenas nada.
Hay mucho que decir sobre esa entrevista, no sólo por el hecho notable de estar en sintonía con el reciente comentario de la reina Letizia. Pero en este caso me centro en el comentario final de Valladares sobre su opinión a favor de la Planificación Centralizada por un Estado Poderoso. No es el único, y hay bastante gente que confunde planificación centralizada por el gobierno con Marxismo o con otras cosas.
Es más, mucha mucha gente es de la opinión que la Planificación Centralizada por el Santo Estado es Buena. Buena por definición porque el Estado es Bueno por definición (sí y sólo sí es del color político del opinante).
Y ahí es dónde viene la discusión muchas veces.
No. Aquí no voy a discutir nada.
Voy a demostrar que eso es totalmente incorrecto.
Cosa fácil.
Aquí es dónde entra el tema de La Lavadora, precisamente.
Porque como ya se ha dicho, este 2022 se ha llegado al límite de integración de renovables en España, igual que en 2015 le llegó a California, en 2017 a Alemania, y el 2020 a China.
Este límite era previsible, y hacía tiempo que venía anunciando de este problema, aunque sin dar fechas. En La Lavadora, sin embargo, ya lo puse claro dando directamente el día (Domingo de Pascua de 2022)… a posteriori, obviamente.
Sin embargo, el problema no para de crecer, y eso que se ha llegado a él precisamente por seguir los planes (con mucho retraso!!) del gobierno democrático español, que sigue las directrices del gobierno no electo europeo (¿quién ha votado por Sor Úrsula?), que encima es bastante autoritario en este sentido energético, más centralizado, y a más largo plazo.
Repito en Román Paladino, para quien no lo haya entendido: estamos metidos en un fregao por seguir un plan Estatal Centralizado, incluso autoritario, y a largo plazo.
Lo triste es que este problema era previsible y por tanto se podría haber puesto en los planes. De hecho, la respuesta que recibí a mis comentario en el blog del Mendi precisamente eran propaganda de “soluciones”.
Lo cual es triste. Triste porque el problema es de planificación, y quién lo responde es un presunto defensor de la planificación centralizada (con mano dura además), y de la nuclear. Porque sus propuestas iban precisamente por esos derroteros.
De las dos pegas tecnológicas intrínsecas de la nuclear, la principal (la rigidez de la producción) ya la abordé en los artículos que pasé (y que parece que han obviado). La segunda, el pico del uranio (que es la que cae con mayor fuerza una vez se pasó, y que explica algunas historias de África central, Francia, Rusia y los USA), no hace falta abordarlo.
Porque queda la tercera problemática técnica, que no tecnológica, que es la planificación.
El problema de saturación de renovables eléctricas e intermitentes es ahora. Para evitarlo, las centrales nucleares que proponen algunos deberían haber empezado a funcionar, como tarde, este 2023. Lo que implica haber empezado a construirlas antes de 2019, y planificar su construcción antes de 2017.
Como tarde.
Insisto, todo esto era previsible, ergo planificable.
Condición necesaria pero no suficiente.
Esa es una frase típica de las matemáticas. Condición necesaria pero no suficiente. Autoexplicativa en sí misma.
Planificar, al igual que las energías renovables, es una de estas condiciones necesarias pero no suficientes.
Porque puede uno planificar perfectamente… perfectamente mal, y el resultado será, obviamente, malo.
Que es lo que está pasando exactamente con el tema renovables: está planificado con los pies.
Lo que es peor que no planificar.
Y no es ninguna casualidad.
Veamos, ha quedado claro que soy de la opinión que planificar es algo sumamente necesario, y espero que mis lectores estén de acuerdo en esa opinión.
Pero el asunto, como siempre, es el objetivo tal y cómo ya he explicado. Y algo más que también se ha tocado.
Todas las grandes empresas multinacionales planifican su estrategia a futuro. Hasta las PYMEs y los autónomos planifican. Para abrir una empresa, el Estado pide un Plan de Negocio. Y es algo sumamente razonable hasta tal punto que no tener un plan de negocio me parece una buena razón para denegar el permiso para montar una empresa.
Una cosa obvia que suele pasar con la planificación empresarial es que una mala planificación les da unos malos resultados y es probable que la dirección reciba un serio varapalo en esa situación, siendo algo común el terminar en quiebras. Es decir, la planificación en las empresas es una cuestión de supervivencia, así que quienes planifican suelen mirarse mucho que el plan sea viable, correcto y que, en caso de necesidad, establezca mecanismos de corrección.
Dicho de otra manera, hay un compromiso entre la dirección de la empresa, y el resultado de la planificación (que suele ser habitualmente el beneficio económico, aunque hay otros).
Sin embargo, en un gobierno, especialmente en los autoritarios, no hay ningún compromiso ni necesidad. En el “mejor de los casos”, en un gobierno democrático, los resultados buscados en la planificación suelen ser dos: poder y votos.
Es más, lo que guía la planificación de un gobierno nunca es el interés de la nación, es el interés de los que mandan en ella, y que generalmente suele estar totalmente libre de consecuencias directas. La ideología y la propaganda suelen ser los elementos más determinantes a la hora de hacer una planificación. Una planificación que obviamente siempre tiene un horizonte temporal por encima de todos: las siguientes elecciones. Una planificación que tiene un interés político, ideológico y propagandístico por encima de la eficiencia, eficacia, necesidad y resultados tangibles.
Por tanto, el elemento cultural, propagandístico, ideológico y político está por encima de consideraciones reales, físicas, biológicas, climatológicas, alimentarias y económicas. Bueno, las condiciones económicas pueden ser otra motivación, pongamos, al 3%.
En el caso concreto que nos incumbe, el mayor interés es propagandístico en el sentido de vender que se hace algo en el asunto energético. Y como tal, lo que más interesa es la propaganda del decir que se ha instalado tanta capacidad de producción, que se ha producido tanto (generalmente en términos relativos, no absolutos, ya que es el número más fácil de “vender”) en cuanto a energía, y poco más.
No sólo eso.
Evitar un problema no “vende” nada en absoluto. Entre otras cosas, porque al evitarlo, nunca se es consciente de que hay un problema.
Es decir, a los políticos les interesa sobre todo que haya problemas que les permitan avanzar en sus intereses de agenda, de votos y de poder. Se supone que los políticos están para solucionar problemas. Ergo si evitan un problema, al no producirse este, no se hace visible la necesidad de los políticos.
Ergo toda política (democrática) es reactiva por definición: tiene que reaccionar ante problemas evidentes para la población.
Nunca desaproveches una buena crisis.
Sin embargo, una de las mayores razones de toda planificación, es la de evitar problemas e imprevistos.
Por tanto, democracia y planificación son un tanto incompatibles.
Y eso es parte de la problemática que tenemos aquí.
No es la única.
La otra es más evidente: toda planificación se hace en base a ideología, y encima, al ser políticos quienes la hacen, es decir, gente sin formación técnica, ponen por encima todo aquello que refuerce la ideología, la fundamentación y legitimación de sus acciones, por encima de las realidades físicas. Unas realidades que ni conocen ni les importan un pimiento.
Por tanto, al ser “víctimas de un discurso”, apenas se pueden desviar de las implicaciones de dicho discurso sin que empiecen a ponerse en evidencia y en ir en contra de esas ideas que legitiman esas acciones.
Eso hace virtualmente imposible que se considere cualquier solución que no sea “vendible” como es el caso del almacenamiento de energía eléctrica, así como el cambio de la red de distribución. Eso no vende, es caro, y no aporta nada ideológico. Además, pone en cuestión una de las premisas básicas de la “Transición energética”: que no hay “problema” con la intermitencia.
Por tanto, aunque los políticos fuesen conscientes de que hay un problema con la intermitencia, algo sumamente dudoso, no hubiesen planificado nada en ese sentido dadas las razones arriba enunciadas.
No les queda más remedio que esperar a que aparezcan esos problemas para reaccionar a ellos. Sin embargo, eso les presenta otros problemas no previstos: pone en tela de juicio su capacidad de planificación casi tanto como demuestra que las “soluciones” en realidad no son tales, y que, como de costumbre, hay que pagar más, es más caro, mas tarde y más “malo”.
Pifias.
Así que dado el peso que tiene la base cultural, esa más difícil de cambiar y que más valoramos sin saberlo, es decir, el “núcleo duro de la Fe” que forma la civilización occidental, el resultado que tenemos es la pifia de siempre.
Como se puede averiguar fácilmente en las noticias económicas, la situación de los fabricantes de aerogeneradores es mala, incluso desesperadamente crítica para unos pocos como Siemens Gamesa. El resultado es el pinchazo de la burbuja renovable con especial énfasis en la eólica marina.
Otra vez nada nuevo y que no fuese previsible.
Y como era de esperar, está arrastrando al resto de eólica en el tema económico… y de precios de la electricidad.
Curiosamente, esto sirve de “válvula de escape” a la hora de hablar del precio de una electricidad que no baja tanto en la factura final de lo consumidores como ha bajado durante muchas horas al año en la subasta diaria.
Esa bajada de precio de la subasta, a cero o incluso precios negativos, no sólo implica que nadie quiere esa electricidad (de lo contrario, el precio subiría), también implica, y eso es lo importante, que no hay negocio que viva de regalar sus productos. Y eso está afectando a la fotovoltaica, con la caída de EIDF cuando salió en bolsa, así como la caída de los precios del silicio policristalino grado solar por la caída de demanda de las grandes instalaciones, que ahora parece ser que también se están parando.
Total, ¿para qué hacer una instalación si luego voy a tener que regalar la electricidad que produzco? ¿De dónde saco el beneficio?
De ahí que ahora empiecen a acusar a la Red Eléctrica Española, incluso al gobierno, de que la red no puede aceptar tanta renovable.
Y, lo que es peor, están planificando el cierre de centrales de ciclo combinado, esas que han aportado estabilidad durante este 2023 cuando se han tenido que recortar tanta fotovoltaica por la inestabilidad que ésta produce.
La pifia habitual durante las etapas iniciales de la caída de las civilizaciones, es redoblar la apuesta por aquellas cosas que fallan porque son la premisa básica y que además son también la causa de su caída.
Es decir, lo que está haciendo el gobierno, además de aumentar el presupuesto al mantenimiento de la red (al destaparse un “ligero problema” aparece precisamente la oportunidad para aprovecharse de él, aunque en este caso tienen que minimizar el impacto) es redoblar la apuesta por la pitovoltaica.
Pitovoltaica de pitorreo, porque precisamente ese es el problema: redoblan la apuesta por la forma de “energía” que más problemas nos da, mientras que no se aportan soluciones reales, entre otras cosas, porque las pocas que hay son caras, lentas, “invendibles”, y disfuncionales.
Además de “incómodas”, como la nuclear.
Por eso, la siguiente etapa que tenemos por delante es la de una erosión más acentuada de la “credibilidad” de la fotovoltaica, a causa de una red eléctrica cada vez más inestable, y que nos llevará a la misma problemática que hace 8 años que está padeciendo California… sólo que no somos California (la Capital Tecnológica del Mundo, con unos ingresos desproporcionados).
O sea, problemas crecientes de apagones, inestabilidades, “accidentes” (el mantenimiento no “vende votos”), gastos, precios disparados, y restricciones.
Con la caída de credibilidad, junto a los problemas políticos derivados de un empobrecimiento acelerado en Europa, las democracias tienen los días contados.
La negativa a poner nuclear para paliar los problemas que causan las renovables (espóiler: no servirá de nada) será uno de los pilares de la disidencia y que aquellos que defienden un sistema autoritario no democrático.
Dado el coste de la democracia, lo más probable es que tarde o temprano algún tipo de gobierno autoritario se haga cargo, probablemente de forma convulsa, pero está por ver si se será un poco más realista y se aceptará que las renovables eléctricas intermitentes y descontroladas tienen problemas (pero la nuclear no será ninguna solución por falta de tiempo, dinero, uranio, capacidad, madurez, etc), o si se volverá a doblar la apuesta de nuevo.
No, nunca afrontaremos los problemas técnicos que tenemos porque hay un problema cultural de fondo tremendo que no se quiere afrontar.
No se puede afrontar.
Nadie quiere hacerlo.
Como de costumbre, para realizar los cambios reales que debemos hacer, primero tenemos que desmontar totalmente nuestra civilización, valor a valor, empezando por los más “superfluos” y caros (como la democracia), y dejar para el final el que es precisamente el valor más esencial, el más imprescindible, el más profundo de nuestra civilización el causante, y el último al que estamos dispuestos a renunciar: La Divinidad del Hombre por encima de Todas Las Cosas.
Feliz (e interesante) 2024.
Beamspot.
Enhorabuena y gracias por artículos como éste.
Me he despistado y casi he tardado una semana en darme cuenta de que lo habías subido... en Navidades y reyes la verdad es que miro poco internet.
No tengo mucho que comentar... estoy muy de acuerdo. El objetivo de la élite es mantenerse en el poder, aumentándolo si puede. Eso no es lo que la sociedad necesita. Lo que se necesita, son nuevas élites con ideas diferentes, innovadoras, y dinámicas. Pero dado el control de (casi) todo que tienen las élites actuales, históricamente sólo se ha encontrado una manera de realizar el relevo: por las malas.
El fin de su tiempo... ya llegará; antes tenemos que pasar por el autoritarismo de éstas élites, como dices.
Después, quien tenga que venir... pues "situaciones desesperadas, requieren de soluciones desesperadas".