Domingo 3 de Diciembre.
Os tengo abandonados.
Llevo una eternidad sin publicar.
Encima la mayoría eran entradas programadas.
Para asegurar que se publicaban en miércoles y no me afectasen al trabajo, las ponía el domingo y las dejaba listas para su autopublicación. Y apenas tenía tiempo para los interesantes comentarios.
Desde finales de Octubre los ajustes horarios familiares se han ajustado bastante, pero la situación ha ido de mal en peor en cuanto a orden en nuestras vidas.
Así llegó el viernes 10 de Noviembre, y, chorpecha. Por un día no llego a San Martín.
Despido improcedente al canto. Imprevisto sólo en parte: esa misma semana “terminé” la máquina en que estaba trabajando los últimos meses.
Resulta que tenía la mayor parte de mis escritos en el ordenador de ese trabajo. Me dejaron copiar las cosas que tenía, por supuesto, el despido no fue en malos términos (oficialmente).
Sin embargo el lápiz USB me dejó tirado una vez en casa.
Así pues, el artículo que tenía que salir el 15 de Noviembre se ha perdido.
Tampoco es relevante y ya lo reescribiré algún otro día.
El asunto es que me echaron de buenas formas y de forma previsible.
Eso implicaba que tenía que ponerme a buscar trabajo, enviar currículums y que previsiblemente iba a tener unas vacaciones de Navidad largas, ya que el ritmo de entrevistas baja mucho durante las fiestas.
Pero resulta que el jueves anterior un contacto me informaba de que estaba en un trabajo en el que iría bien tener mis conocimientos.
El mismo viernes le digo que igual ha tenido suerte. Me llama. Habla con sus jefes y me dice que para el martes habrá entrevista, que el lunes me concretan hora.
Para el jueves tengo oferta y para el viernes confirmo mi aceptación y envío lo necesario.
El lunes 20 empecé en un nuevo trabajo, sin haber pasado por la oficina del paro.
Obviamente estuve toda la semana enviando solicitudes de empleo, rehaciendo el currículum (perdido entre los documentos del lápiz USB).
Las vacaciones largas pasaron a ser inexistentes.
Los cambios de horarios siguen a día de hoy (y no parece que la cosa se tranquilice hasta pasadas las vacaciones).
Así que sí, estoy ocupado de mala manera.
Esta es la excusa du jour.
Me temo que no puedo garantizar seguir con el ritmo anterior.
Así que os tengo abandonados porque me estoy dedicando a mí mismo.
El 10 me llegó mi San Martín (que habitualmente es el 11 de Noviembre).
El cambio, obviamente, ha sido muy rápido, inesperado, raro.
Sincrónico, en el sentido Junguiano.
Lo más curioso, es dónde me he metido.
A hacer vehículos eléctricos.
Yo.
Una de leyes.
Bien, cambio de tema para explicar algo relacionado con la temática del blog.
Y es el motivo del despido.
En realidad, no sólo era previsible. Casi que era inevitable.
Meses antes habían desmontado dos departamentos: márqueting y el mío. Me habían dejado sólo, con el objetivo de terminar la máquina. Otros proyectos que teníamos, congelados.
En realidad, estaba “oficialmente en el limbo”, en ningún departamento. Mis deberes habían sido reducidos a uno único, dejándome tiempo para procrastinar a ratos. Desde finales de Octubre, sin embargo, todo era trabajo manual sin tiempo para nada.
Ese desmembramiento tenía una razón de ser: la empresa en que estaba tenía un acuerdo firmado con una gran multinacional francesa del sector textil, una que además era cliente, y que acababa de comprar a otro gran cliente.
Una parte importante del acuerdo tenía que ver con el desarrollo de ciertos productos, algunos de los cuales se fabricarán con la máquina que “terminé” (en realidad lo que terminé es la instalación eléctrica de la modificación, queda tema de software por hacer). Pero la multinacional “perdió el interés”.
De hecho, dejó de cumplir los compromisos del acuerdo.
Compromisos de cientos de miles de € al mes.
Más de un año (en realidad, dos) dando largas y poniendo excusas.
Claramente no tenían, nunca tuvieron la intención de cumplir sus compromisos. Aunque la ley esté de nuestro lado.
Ley francesa, ya que ellos son franceses, una multinacional de prestigio, casi un monopolio, motivo de orgullo patrio.
Así que no queda otra que mover ficha en su campo. Juicios largos, y caros, mientras por parte de la empresa que me daba de comer debe seguir a rajatabla el acuerdo, perdiendo dinero, aunque la multinacional seguirá sin cumplir.
La idea de fondo de los vecinos del norte es alargar la partida, aún con el final claro, ya que para cuando dicho partido se resuelva, la empresa que me despidió se habrá arruinado, incluso cabe la posibilidad de que no pueda acabar la partida.
Aunque eso le cueste decenas de millones de € a los franceses, habrán conseguido lo que se proponían desde el principio: arruinar a cualquier posible competidor. Y apara cuando tenga que pagar, ese competidor habrá desaparecido. Incluso es posible que se ofrezcan a comprar los restos.
Contra esta maniobra, lo que les queda a mis ex empleadores es reducir costes al máximo (de ahí los despidos), y sacar algún producto nuevo al mercado que permita ingresar algo por otros derroteros, compensando la pérdida debida al caso.
Esa es la idea de terminar la máquina que comenté. A ver si para Enero pueden empezar a vender ese producto, que ya en su momento vio la luz en forma de prototipos.
Aún así, no se garantiza que puedan sobrevivir.
Una pena, porque de todos los empleos que he tenido, éste era el que me ha ofrecido el trato más humano. Justo al revés del trato que les dispensan sus “socios”.
Una pena.
Y sin embargo, la demostración de cómo la ley que nos tiene que defender en realidad defiende las maniobras de los poderosos, no ayuda a los débiles.
Con este sistema, el colapso de nuestro sistema está asegurado. La gente empieza a notar cómo la justicia y las leyes, así como aquellos que las hacen, les dan la espalda.
Hace desintegrar la sociedad, rompe el tejido que nos une, pone sobre la mesa lo que siempre hemos sabido, pero que durante un tiempo hemos podido ignorar: que hay unos que mandan y otros que obedecemos.
Por eso es inevitable que nuestra civilización se desintegre. El concepto moderno de estado - nación está desapareciendo. Su existencia se debía a que el acceso a energía barata nos proporcionaba a todos unas riquezas que nos permitían soñar con ser poderosos, porque lo éramos.
Ahora que esta fuente se está secando, empieza a ser notorio lo de siempre: que la justicia es una serpiente que sólo muerde a aquellos que no llevamos zapatos.
Un saludo,
Beamspot.
PD: os dejo algunos enlaces para que veáis en qué he pasado el tiempo estos días.
https://colapsistas.com/colapso-tv-1x42-molinillos-de-papel-con-beamspot/
https://colapsistas.com/colpasotv-1x40-guillem-planisi/
Una faena.
Espero que el nuevo trabajo te dure bastante, aunque tarde o temprano se acaben dando cuenta de que el coche eléctrico nunca va a ser un producto de masas.
Sigo sin entender por que se empeñan en hacer coches eléctricos exageradamente caros cuando una moto o bicicleta eléctrica es algo mucho más viable.
Un saludo.