Prólogo.
Esta es mi primera tentativa a escribir de nuevo. Esta vez, con un cacharro de más de 15 años que necesita una “pasadita de limpieza” y actualización (mmmm, mejor no, dejo el Windows 7 que iba genial y listo).
Con los nuevos pepinos de PC, este me resulta muy lento de arrancar, y además, la batería (la tercera que le he comprado, que lo estiramos mucho) está muerta de nuevo (tiene ya más de 6 años, lo normal pues).
En esta ocasión, de nuevo, intento abordar un tema que pensaba publicar hace ya un mes o más, escrito hace más, pero que se ha perdido. Tampoco era gran cosa y no estaba muy contento con ese texto, aunque hizo su trabajo: aclararme algunas ideas.
Así que lo intento de nuevo.
Veamos, esto es un ensayo sobre una parte de la naturaleza humana. La primera vez que me metí en el tema fue a consecuencia de una presentación del Dr. Jordan Peterson. Lo encontré interesante y abordaba ciertos comportamientos que tenía más que vistos.
Aún así, en esa presentación suya había mucho del libro El Origen de la consciencia en la ruptura de la Mente Bicameral, de Julian Jaynes.
No me lo he leído, pero la parte en que Jordan Peterson alude a este asunto es superflua para lo que aquí vamos a tratar.
Sin embargo, en otra charla del mismo Peterson, en el que analizaba la simbología del Génesis de la Biblia, volvía a tratar el tema de forma mucho más adecuada a mis objetivos. Es esta última la que pienso tratar aquí.
Aún así, pendiente de revisar esa teoría de Jaynes, parte del tema de la Mente Bicameral tiene bastante que ver con todo esto, pero es otro nivel en otra dimensión.
Antes de entrar en materia, quiero aprovechar para incidir en otro elemento que hay detrás de este ensayo, y que surgirá a menudo.
Me refiero a “la magia del dos”.
En los círculos que hablan de magia, no falta la referencia a los “números mágicos” siendo los más habituales el uno, el dos y el tres.
Este ensayo, así como otros de la misma índole, pretenden avanzar en una dimensión de la compleja mente humana y social.
Podríamos definir una dimensión como una recta, delimitada por dos puntos, extremos opuestos. De ahí la “magia del dos”. Su relación con la magia del uno es relevante. Es una de las claves para entender por qué no nos vamos a mover en una dirección, pero sí en otra.
En el fondo, es UNA recta, delimitada por DOS puntos. En el camino entre ambos, encontramos un TERCER punto que muchas veces es la coordenada personal con respecto de esa dimensión.
Es una recta, quizá un segmento de la misma, y por tanto, contiene infinitos puntos entre los dos extremos (que encima están borrosos, en el infinito, difíciles de alcanzar).
Como algunos habrán adivinado por el título (no espero menos de mis lectores), esta dimensión a estudiar hoy se debate entre los extremos del Caos y de su opuesto, el Orden.
Ordenando el Caos introductorio.
Bueno, como ya he explicado, estoy intentando abordar la percepción del Caos y del Orden por parte de nuestra mente, no estoy hablando de la concepción física del mismo, también conocida como Entropía. No, es una buena amiga, y obviamente está sobre la mesa en el asunto petróleo, tecnología y otros, pero aquí la aplico en sus términos sociales, que como siempre, tienen su base en los términos mentales, psicológicos, individuales.
Sin embargo, se trata efectivamente de una parte de nuestra mente que tiene todo que ver con la sociedad, más que con la persona propiamente dicha.
Es una necesidad individual que nos permite trabajar en un colectivo social.
Es la necesidad del Orden (social, cultural, relacional, económico, político, etc) que todos los humanos tenemos.
En este caso, además, estamos muy escorados, es decir, muy decantados hacia uno de los extremos: el del Orden.
Me atrevería a decir que precisamente si hay una palabra que se puede, se debe, relacionar con Orden en este sentido, es Civilización.
En todos los casos que se menciona la palabra Civilización, estamos estudiando un determinado Orden que suele ser más elevado, más ordenado, que aquellas zonas y períodos históricos que habitualmente llamamos “épocas (y/o zonas) oscuras”.
Por tanto, todas la Civilizaciones tienden a un Orden mucho más ordenado, valga la redundancia, que otros estados de “civilización”.
Por supuesto, la nuestra no es ninguna desviación de esta estadística, incluso muchos dirán que es la Civilización más Ordenada de todas.
Aceptamos pulpo.
Puede que sea la más ordenada de todas, pero el Orden no es precisamente la característica más sobresaliente de nuestra civilización en comparación con las demás. Es más bien un derivado de la gran cantidad de energía que tenemos, que nos permite mantener un nivel de orden mayor, y eso es un guiño precisamente a la relación entre el Orden social, y el Orden termodinámico.
Pues bien, ese Orden, decía sabiamente Jordan Peterson, es El Jardín Vallado del Edén. Ese paraíso en el que los leones eran gatitos adorables y no animales que nos pueden arrancar la cabeza de un mordisco.
Kaos.
En ese sentido, el Orden es aquello que conocemos, aquellas partes del entorno que sabemos más o menos cómo van a reaccionar, cómo se van a comportar, cómo van a cambiar. Es la monotonía. El Lunes que sigue al Domingo. El levantarse a las 6:00 para entrar a currar a las 8:00. El comer al mediodía. El irse a dormir a las 22:30. El “hola cariño, ¿cómo ha ido el día?”.
El Caos es lo contrario.
Es el despido el 10 de Noviembre a las 9:23 de la mañana, justo tras tomar el té.
Caos es la primera semana en un nuevo trabajo, aunque sea en unos tonos más positivos.
Es el atasco inesperado por un accidente de tráfico, que, a su vez, es el Caos para el que ha sufrido el accidente.
Es el Caos en la familia del accidentado si éste ha sufrido daños, ya ni contar si ha fallecido.
El Caos, es el León mismo, hambriento, en la entrada de la cueva a oscuras una vez apagada la hoguera en que la tribu se refugia cada noche.
Caos es la guerra, los atentados, el paso de un huracán, de un tsunami que nos pone la vida patas arriba.
Nuestra mente y nuestro estado de ánimo llevan muy mal el caos. A duras penas somos capaces de asimilar un cambio ligero inesperado a la vez, mucho menos que todo cambie.
Especialmente aquellas cosas que nos son más fundamentales.
Por eso necesitamos el Orden. Vivimos dentro de un Orden. Tendemos al Orden.
Por eso construimos Jardines Vallados, o sea, ciudades. Lugares dónde la Naturaleza está Domesticada, dónde los depredadores no pueden entrar con facilidad, dónde nos sentimos seguros y dónde podemos ir haciendo nuestra vida con una cantidad mínima de Caos.
El Orden es el Padre Severo que impone disciplina. Es el Poblado.
El Caos, en cambio, es lo inesperado, aquello que no sabemos manejar o asimilar, aquella situación en que no sabemos qué hacer.
El Caos, además, es Femenino.
Es el creador de Cosas Nuevas, el único capaz de Engendrar, de innovar, de dar a luz cosas, tanto feas como hermosas. Es, por tanto, la dueña de la Vida y la Muerte: Caos es tanto el nacimiento de una persona nueva, como la muerte de una persona vieja (o no).
Nuestra Madre Naturaleza es Caos.
Aunque este melón de nuestra relación con la Madre Naturaleza es el núcleo duro del problema de nuestra civilización, aquello que la hace más diferente de las anteriores, no lo voy a abordar aquí: estoy intentando establecer unas pautas de reacción social que son relevantes ante los procesos de colapso que tenemos por delante.
Sólo para terminar este asunto de la relación entre Orden – Civilización y Naturaleza – Caos, quiero destacar que TODAS las civilizaciones tienen este elemento incluido, la nuestra no es diferente en eso, sólo en el grado (es el elemento central, mientras que para las demás, es sólo una parte tangencial).
Orden Institucional.
No, no es el lado del Caos el que pretendo estudiar aquí y ahora. Es el lado del Orden, el que nos es más próximo.
El Orden, en todas las civilizaciones, es Institucional. En las más ordenadas, además, es jerárquico (incluso en las matriarcales, cosa que sé que a muchos molesta).
Un lugar para cada cosa, y cada cosa (persona) en su lugar (ojo con las connotaciones aquí).
Cuanto más grande y compleja es una institución, más grande es la necesidad de orden dentro de la misma. Lo mismo vale para civilizaciones enteras, ya que en el fondo, son una institución per se, que consta generalmente de muchas instituciones dentro.
Un Jefe de Estado, sea Rey (o Reina, o Zarina, o Faraón, o Imperator, o Gengis Khan, o Palpatine) es una Institución que impone un orden, que se apoya muchas veces sobre otras instituciones: Palacio, Ejército, Administración, Nobleza varia (pueden ser ministros, ONG’s, consejeros, etc, la nobleza moderna lleva otros disfraces que veremos en su momento), el aparato Religión, medios de comunicación (históricamente, precisamente en manos del aparato Religioso), Banca (algo íntimamente relacionado con el poder en todos los lugares y épocas, otra dimensión a explorar).
Una gran multinacional es otra Institución, con su orden, su jerarquía, y sus procesos para mantener dicho orden.
En ambos casos, esos procesos de control y de ordenación, se hacen a través de un viejo conocido: la burocracia. En muchos casos, además, asimilados a algo que de forma genérica podríamos denominar política, que es una acepción más amplia (y conocida) que la más común que se refiere sólo a los partidos políticos.
Doy fe que hasta en empresas no muy grandes está presente una cierta política, y que, precisamente, está muy relacionada con el tema Orden. Generalmente, con el poder asociado a dicho orden.
Y eso, lleva una cierta dinámica muy interesante.
Tyranosaurius Rex.
Sip. Esa dinámica lleva a la fosilización.
Cuanto más grande es una organización, más esfuerzo se tiene que dedicar a mantenerla funcionando. No sólo en absoluto, también en relativo. Es decir, el mismo trabajador tiene que dedicar un porcentaje de su tiempo mayor a “mantener el orden” que en una empresa más pequeña.
Eso conlleva un menor rendimiento por persona, en parte superado por la especialización. Ese efecto negativo es especialmente notable en grandes corporaciones.
Ese efecto, además, hace muy difícil el implementar cambios. Cuanta más gente hay en una empresa, generalmente resulta más difícil el convencer a las personas necesarias para implementar cambios, entre otras cosas, porque hay más implicados a los que involucrar.
Pero no es la única razón.
La razón de más peso, es porque para mantener semejante mole hace falta mucho orden, y los cambios son fuentes de Caos. Son cosas nuevas.
El Orden es inmovilista por naturaleza, por sí mismo.
Por eso las fuentes de innovación son, generalmente, empresas pequeñas, start ups, personas particulares con ideas particulares, casos particulares (en muchas ocasiones fruto de la necesidad). Raramente vienen de grandes instituciones.
Éstas, igual que la civilizaciones, se rigidizan, se fosilizan.
Son moles con una gran inercia.
Y sin embargo, esa no es la única vía de rigidez. Hay otra, en este caso, en el plano personal.
Aquí es por dónde entré yo en este terreno, cómo me interesé por este tema. Estoy hablando de algo que ya he denostado en varias ocasiones, y que me es más próximo. Y por tanto, creo que más fácil de entender a nivel personal por los lectores.
Estoy pensando en lo que se conoce como las 5S. Un sistema, una filosofía oriental, pensado para mantener el Orden de una forma racional (o sea, ordenada).
La idea no es mala, y es conveniente el seguirla aunque sea en parte. Mayormente, la problemática viene derivada de su uso.
Vayamos más al grano.
Cada persona tiene una “coordenada” en la dimensión del Caos – Orden, y mientras unos están mucho más del lado del Orden, otros estamos “más del lado del Caos”. Mejor dicho, no tan cerca del Orden.
Es un espectro (eso es la magia del Dos), no un sistema binario blanco/negro, desordenado o caótico frente a ordenado y pulcro (que es la magia del Uno, el Bit binario).
Pues bien, resulta que ciertas personas nos sentimos más cómodas con el Caos que otras, que necesitan más Orden (más Control). En todas las empresas, hay un cierto departamento pensado para mantener el Orden frente al Caos: mantenimiento.
Debería añadir además, Limpieza, que es “El Departamento Invisible”.
En el mundo moderno, además, tiene mucha preponderancia otro “departamento” que podríamos apodar “la madre el Caos”: Investigación y Desarrollo, y, muy especialmente, de Innovación.
Como sabréis alguno, ese es precisamente mi lugar natural, mi ambiente, mi “aldea”, mi “jardín vallado”.
Resulta curioso que en este mundo dónde el dominio de la Naturaleza, ésta se ha “domesticado” precisamente mediante gente que nos dedicamos a “explorar” el “Caos”, y “extraer” de ésta un nuevo “Orden” (un producto, una ley física, una tecnología).
Aprovecho para decir que una herramienta que me va de perlas para “desbrozar el camino dentro del Caos” es escribir: este artículo es precisamente el resultado de esta exploración en el Caos mental que tenemos dentro de nuestro cerebro.
Sin embargo, las empresas que triunfan lo hacen porque tienen un cierto orden impuesto. ¿Alguien cree que sin orden y disciplina económica, financiera, fiscal, monetaria, en una empresa, ésta iba a tener beneficios?
No, las instituciones necesitan un cierto orden. Igual que los humanos necesitamos un cierto orden. Que unos podamos tolerar una cierta cantidad de caos no significa que no tengamos una necesidad de mucho orden. Sólo que no necesitamos tanto como otros.
Es más. Los genios que he conocido en mi vida, no son especialmente amigos del Caos: lo que para mí es Caos, para ellos es Orden puro. Yo tengo que trabajar mucho para aclararme en mis “exploraciones”, mientras que algunos de estos genios simplemente ven el camino desde su altura intelectual, sin necesidad de “bajar a desbrozar el camino”.
Estos son los Gigantes de los que hablaba otro gigante: Isaac Newton. Y he tenido la fortuna y el lujo de compartir parte de mi vida con unos cuantos.
Esa es otra faceta que me ha hecho aprender sobre este punto en concreto y que está pendiente de presentar otro día, pero que básicamente se puede resumir en la temática de este artículo en que este tipo de personas: habitualmente estamos hablando de conjuntos de personas diversos que no son bien entendidos por las altas instancias debido a su proximidad a lo que dichas altas instancias consideran Caos, por muy ordenado que esté el caos dentro de algunas de estas mentes brillantes.
Dicho corto y raso: toda civilización e institución fomenta el Orden, y desdeña el Caos, fomentando así una división o “enfrentamiento” entre personas que necesitan el Orden desesperadamente y personas que toleramos más el desorden, el Caos.
Las 5S se convierten pues, de facto, en una herramienta de imposición del Orden por parte de personas que tienen la necesidad de controlarlo todo, y que son premiadas por dicho orden (eso es implícito por tanto en las civilizaciones “ordenadas”) contra aquellas personas que estamos más libres de esta necesidad. A quienes se nos tolera con una cierta incomodidad.
Es más. A aquellos que hemos estado en departamentos de I+D+i, especialmente en grandes organizaciones, se nos trata de cierta manera un tanto particular, previsible, con una misma base sea dónde sea (aquí o en Alemania, que son los dos países dónde he trabajado como tal) aunque con diferentes aproximaciones. Otro melón en el vasto melonar de Km2 de extensión.
El resultado final aquí en el plano personal, es una tendencia “espejo” de la tendencia general: la promoción de personas con orientación específica hacia el orden, en puestos elevados de la organización.
Concretamente, hay un tipo de trastorno (que no se considera tal por nuestra civilización porque la propia cultura ve con buenos ojos este tipo de trastorno) que está sobrerrepresentado en los puestos altos de nuestra civilización, de nuestras organizaciones, de nuestras instituciones.
Me refiero al Trastorno de la Personalidad Obsesivo Compulsiva (TPOC).
No confundamos con un Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), algo mucho más conocido y aceptado como trastorno.
Las personas que sufren un TOC, sufren en sus propias carnes. Sí, necesitan el control, y llegan a dicho control a través de patrones repetitivos, de rituales. Algo que les perjudica muy directamente en su vida, además de perjudicar a aquellos con los que conviven.
Las personas con TPOC en cambio son los típicos jefes hipercontroladores. Son personas por cuyo trastorno de la personalidad obsesionada con el control, son premiadas por dicho trastorno, mientras que los que sufren (sufrimos) las consecuencias no tienen más remedio que aguantarse. Y cómo eso les beneficia directamente, porque suele beneficiar el funcionamiento, o, mejor dicho, la apariencia de funcionamiento, de las instituciones y departamentos que (hiper)controlan, pues es algo aceptado, de hecho, premiado e incentivado.
Veremos otros tipos de personalidad hiperrepresentadas en los altos cargos, casi todos precisamente por la misma filosofía de control que hay en toda civilización.
También veremos cómo todo esto lleva inevitablemente al derrumbe por sí mismo. El control es una ilusión. En muchas ocasiones, muchas grandes empresas han acabado hundiéndose precisamente como víctimas de estos mismos mecanismos.
Conclusión.
Hemos visto una pequeña parte de la dinámica que implica la dimensión Orden – Caos en la sociedad.
La primera conclusión, es que las civilizaciones, instituciones y grandes empresas, tienen una inercia social muy grande (podríamos decir que hay otras dimensiones más que también implican inercia), impulsadas por la necesidad de Orden.
Existe por tanto, algo que podríamos denominar Inercia Social o Inercia Cultural por su semejanza con la inercia (la masa) en el ámbito de la física, y por tanto, relacionada con el tiempo.
La segunda conclusión, es que esta mecánica del Orden, implícita en toda civilización, además tiene expresiones en la dimensión personal, favoreciendo ciertos tipos de personalidades y comportamientos, que se refuerzan en una realimentación positiva. En concreto, favorecen cosas como las 5S, que se ha convertido en una herramienta más, junto a la burocracia, de Imposición de Orden, y Trastornos de la Personalidad Obsesivamente e Impulsivamente focalizadas en mantener el orden (y por tanto, la estructura, o sea, el sillón, el puesto, el cargo).
La tercera, o, mejor dicho, la “Ley Cero del Orden”, es la necesidad que tenemos todos de un mínimo de orden en nuestras vidas. Esta es una de las mayores fuerzas civilizatorias y sociales que hay (junto al sexo y el hambre, poco más arriba en la Pirámide de Maslow, puesto que la reproducción implica interrelación social ordenada).
Aquí pues, dejo de momento este esbozo muy corto sobre un amplísimo campo. Otros aspectos de esta dimensión, en otros planos (como el físico) pretendo abordarlos en otro momento indefinido.
Un abrazo,
Beamspot.
PD: Como era hasta cierto punto de esperar (soy un autor poco imaginativo y menos original), John Michael Greer ha publicado unas horas antes que este anuncio uno de sus habituales textos en el que precisamente hace spoiler de lo que vengo diciendo por aquí, y que sirve de guía precisamente a los próximos pasos que tenemos por delante en nuestra sociedad. Si entendéis el inglés y queréis una guía de hacia dónde precisamente pienso explorar en los próximos meses, en esta entrada lo encontraréis.